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  • Foto del escritorAbierto Hasta el Amanecer

The Abbey

Actualizado: 12 jun 2018

Era el primer fin de semana del verano, y en ‘TheAbbey’, la discoteca más elegante de la ciudad, docenas de jóvenes bailaban en la pista central al ritmo de la música.


Mientras tanto, asomados al vacío desde uno de los reservados de la planta superior, FitzDarcy y su amigo Charles observaban la escena.


–¿Qué te parece Fitzzie? No está mal el ambiente esta noche, ¿verdad? –observó Charles, señalando a un grupo de jovencitas que acababa de llegar.


–Desengáñate Charlie. Poco más que una copa gratis es lo que esas chicas querrían de nosotros –dijo Fitz–. Además, raro me parecería que supiesen hablar de algo que no fuesen los cuatro cotilleos de turno…


–Tienes demasiados prejuicios, amigo mío. Deberías aprovechar, divertirte… –repuso Charles.


–Sabes, en eso sí que tienes razón Charlie. Sí que voy a divertirme –zanjó Darcy, dirigiéndose a las escaleras rumbo a la pista de baile.


A su vez, en la planta baja, LizzieBennet y sus cuatro amigas bailaban, conscientes de las miradas desde lo alto.


–Jo tía, será cara, pero teníamos que haber venido antes a este sitio –le comentó Jane a su mejor amiga–. ¿Has visto a esos dos de ahí arriba?


–Despierta Janey. En estos barrios es el dinero el que manda –contestó Lizzie–. Y aunque no fuera así, esos dos serían incapaces de preocuparse por alguien que no fueran ellos mismos. Además –añadió– si quieren, que sean ellos los que se acerquen.


–Eres demasiado orgullosa, Liz. Deberías abrir la mente… –Lamentó Jane.


Y así siguieron bailando, cada uno por su lado, canción tras canción, hasta que algo hizo que la noche cambiara. De repente, un grito se escuchó en el medio de la sala al tiempo que un joven caía al suelo y empezaba a convulsionar.


La música cesó de inmediato, hubo momentos de caos y, sobre el murmullo general, alguien pronunció la frase por excelencia: ¡¿Hay algún médico en la sala?!


Únicamente dos personas se acercaron al muchacho. LizzieBennet y FitzDarcy.


–A ver, dejadme pasar, soy residente de medicina en el Royal Hospital –dijo Lizzie, arrodillándose, para poner al chico en posición de seguridad.


Casi al mismo tiempo, Fitz hacía lo propio, pegado a su teléfono móvil, al tiempo que decía:


–Tranquilo chaval, la ambulancia ya viene de camino. Y si tarda, yo mismo te llevo en mi coche.


En ese momento las miradas de Bennet y Darcy se cruzaron.

–¿En serio eres médico? –preguntó él.


–¿De verdad le llevarías en tu coche? –inquirió ella.


No hacían falta respuestas. En aquel momento ambos comprendieron lo equivocados que estaban. Y allí, en el suelo de aquella pista de baile, una conexión nació esa noche.


Autor: Javier de Miguel Cerrada


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