Cuentan las lenguas antiguas que un joven y apuesto mago hacía las delicias del respetable allí donde viajaba. Un bohemio, un soñador, un iluminado. Aunque de todos estos calificativos lo único que tenían de cierto era la perplejidad del público ante los inverosímil de sus trucos.
Cuentan además que tenía poderes paranormales y que era capaz de conseguir todo a aquello que se proponía. Sin embargo, toda su vida cambió durante una actuación en Steventon (Inglaterra), donde tuvo que detener su actuación debido a que una niña de pocos meses no dejaba de llorar. El joven mago se acercó hasta ella y mirándola fijamente a los ojos, toco con su barita el cuerpo de la pequeña, susurrándole al oído una frase que nadie entendió: “Te cedo el don de la palabra para que seas la voz de todo tu pueblo”. En ese momento, la niña calló y el mago acabó su espectacular actuación.
Poco a poco la niña fue creciendo y con unos pocos años de edad comenzó a escribir en una pequeña libreta lo que veía a su alrededor. Todos querían participar en sus escritos y ella se limitaba a contar lo que ocurría, puesto que pensaba que la mejor manera para luchar contra el mundo, era con un papel y una pluma.
Todo el mundo hablaba de su talento, a la par que su fama aumentaba, a pesar de ser mujer en un mundo de hombres. Y es que así vivió su vida de manera sencilla, dando voz a aquellos que habían sido enmudecidos a la fuerza y dando testimonio en primera persona las carencias de la sociedad rural inglesa.
Quién sabe si su éxito se debe a aquel osado hechicero que le entrego un preciado don o si ella ya llevaba en sus genes la capacidad de hacerse escuchar. Sea como fuera el talento de esa joven llamada Jane, transcendiese más allá de su propia época.
Autor: Ranhbo